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Educar es un acto político |
“Educar es un acto político” (Paulo Freire), aunque algunos se esfuercen en ocultarlo o cuestionarlo.
La escuela es un espacio inherentemente político porque es la institución que las
sociedades democráticas consagran al ejercicio de un derecho esencial, tan esencial que su
garantía potencia otros derechos humanos fundamentales.
El 1 de agosto, fuerzas militares de Argentina dispersaron de forma violenta una ocupación de
tierras en la provincia de Chubut, estos terrenos ahora pertenecen al millonario italiano Luciano
Benetton, son reclamados ancestralmente por el pueblo mapuche, una de las naciones indígenas
más perseguidas, reprimidas y segregadas en la Argentina. A la ocupación mapuche se había
acercado Santiago Maldonado, un joven artesano de 28 años que vivía en la localidad de El Bolsón,
Santiago fue visto por última vez durante la represión de las fuerzas de seguridad, varios testigos
indican que lo vieron correr y ser apresado por gendarmería. Desde entonces nunca más se supo
de él.
La desaparición generó una gran movilización ciudadana que rápidamente fue creciendo por las
redes sociales con el lema #DondeEstaSantiagoMaldonado? y recibió apoyo de líderes políticos,
sociales y del ámbito cultural, esta exigencia también se trasladó a varias ciudades del mundo. La
defensa al accionar de la gendarmería y continuas contestaciones malavenidas de la ministra de
seguridad, contribuyó a generar más indignación en la sociedad.
Las escuelas y las universidades junto a las organizaciones docentes y estudiantes realizaron
diversas acciones exigiendo la aparición con vida de Santiago Maldonado. El 30 de agosto la
Confederación de Trabajadores de la Educación Argentina (CTERA) comenzó una campaña
nacional ¿Dónde está Santiago Maldonado? Utilizando cartillas y material de discusión sobre
derechos humanos y la desaparición forzada de personas para trabajar en las escuelas, esto fue
apoyado por miles de docentes en todo el país.
Esta acción provocó una fuerte reacción negativa del gobierno nacional y de algunos gobiernos locales como Mendoza, el rechazo a discutir el tema en las escuelas fue replicado por activistas de las redes sociales y por algunos medios de comunicación favorable al gobierno; también por padres indignados ante la inclusión del tema y sobre todo por los materiales de CTERA. Reunidos alrededor del hashtag #ConMiHijoNo, la campaña fue creciendo, denunciando que se trataba de politizar las escuelas, nuestro gobernador recomendó que quienes no quisieran que sus hijos discutieran el asunto exigieran que se les avisara cuando el docente trataría el tema para poder retirar a sus hijos de la escuela.
El 30 de agosto los sindicatos docentes argentinos lanzaron su campaña nacional para discutir la
desaparición de Santiago Maldonado. El 30 de agosto, el secretario nacional de los derechos
humanos Claudio Avruj sostuvo que hacer esto era “peligroso”. Esta fecha no es coincidencia el 30
de agosto fue declarado por las Naciones Unidas como el Día Internacional de las Victimas de
Desaparición Forzada. Los docentes argentinos y el gobierno de Cambiemos decidieron celebrarlo
cada uno a su manera.
Los que somos docentes hace muchos años sabemos que la escuela no se “convierte” o se
“transforma” por un acto de voluntad individual en un espacio político, la escuela es siempre un
espacio político aunque algunos se esfuercen en condenarlo. La escuela es siempre política porque
allí se educan las nuevas generaciones, y se educan también los que han sido educados para
educar en una maravillosa retroalimentación. La escuela es política porque allí se ejerce el derecho
a vivir en una sociedad donde el conocimiento es un bien público y común, y comienza a
ejercitarse y a construirse los valores que sustentan la democracia.
Algunos políticos siempre desconfían de la escuela pública, la atacan y tratan de desprestigiarla,
aunque se esfuercen por denunciar que la politización de la escuela avasalla y limita la libertad de
opinión y elección individual, no hay nada más político que el esfuerzo de nuestro actual gobierno
por proclamar el carácter apolítico de la educación con un esfuerzo discursivo cuando reducen la
cuestión de la calidad educativa a un asunto meramente técnico o procedimental como las
pruebas estandarizadas; la brutal agresión a los derechos humanos constituye un insumo
pedagógico fundamental para el desarrollo de educandos críticos y activos como el que debe
aspirar a construir escuelas de calidad.
Y lo es porque es en la escuela donde comienzan a formarse los principios democráticos y republicanos. La política no entra en las escuelas, la política impregna las escuelas, la constituye y le da sentido porque es en la escuela en donde los seres humanos comienzan a transformarse en ciudadanos.
Gladis Mayol
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